Tal vez sea tu relación amorosa, la manera en que tus amistades se han transformado o los cambios en tus finanzas, hay circunstancias que nos pueden llevar a la depresión.
No toda depresión incluye a una persona postrada en su cama, sin bañar por días, en pijama, viendo chick flicks a lo Hallmark Channel y con botes de helado como único alimento. A veces sentirte mal, saber que tu humor no está del todo bien, se puede acompañar de tu rutina diaria sin ningún cambio aparente en el comportamiento, pero sí con un desajuste silencioso en la percepción del entorno. Sabes que de todas formas debes ir a la escuela o al trabajo, que no hay otra alternativa más que seguir con tus días, pero eso no impide que sientas una presión en el pecho o un vacío en el estómago; quizá ríes una o dos veces durante tus actividades, a lo mejor puedes divertirte por algunos segundos en medio de una buena compañía, pero al instante siguiente de tan magno evento (porque ahora cualquier sonrisa es todo un suceso) vuelve la tormenta a tu cabeza y esa incómoda sensación en el cuerpo de estar en el lugar menos indicado del mundo.
Tal vez sea tu relación amorosa, la manera en que tus amistades se han transformado, los cambios en tus finanzas, el estado familiar en que te encuentres o la presión de “tener que cumplir” en diferentes aspectos de tu vida, razones para deprimirte siempre hay muchas, lo único que sabes es que nada te devuelve ese sentido de pertenencia o bienestar en ningún sitio o ante cualquier pensamiento.
Los “¿Te pasa algo?” y los “¡Ánimo!” salen sobrando por completo, no hay palabra que valga la pena; esto en caso de que alguien lo perciba con perspicacia, claro, de lo contrario no queda más remedio que abrazar a la tristeza misma y volver a empezar.
Ya sabes que estás donde no debes estar y que todo se puede escapar, así que puedes darle play al “Little Girl Blue” de Nina Simone, tal vez continuarlo con algo de Billie Holiday o Tony Bennett, y encargarte poco a poco del asunto. Tampoco te presiones en “recuperarte”. Lo lograrás a su debido tiempo.
Sólo sigue estos consejos y ve cuál es el que mejor te conviene.
Haz un registro
Escribe, escribe y escribe. Genera un diario y platica contigo no para buscar respuestas, sino para encontrar verdaderas preguntas y descubrir lo que en verdad te puede estar causando una molestia.
Duerme
Aun cuando te digan lo contrario, duerme, toma siestas y sueña cuanto puedas. Cuando vamos a la cama es el momento preciso para que nuestro cuerpo se recupere y la mente. Si nos privamos de será más difícil salir de este bache.
Ejercítate
Es decir, procura que haya endorfinas en tu organismo.
Toma mucha agua
Sin el líquido suficiente en nuestro interior se producen sensaciones de letargo, irritabilidad y dolores de cabeza. Antes de comer una bolsa entera de pastelillos o frituras, verifiquemos que no es sed lo que experimentamos y está causando esos episodios de desgaste fatal.
Alimenta tu cerebro
Ok, lo sabemos. Nadie tiene cabeza durante una depresión para estar siguiendo dietas o para tomar ánimos saludables, pero tu cerebro necesita seguir funcionando pase lo que pase. Y para ello, nada mejor que vitamina D y Omega 3, un dúo esencial si es que no queremos perder la razón. Más.
Intenta ser sociable
Si no se puede, pues ya ni modo. Pero haz la prueba.
Medita
Ya sea con ayuda o no de la religión, hacia un dios o hacia un gran pensador de la humanidad, pero reflexiona en torno a todas las cosas que puedas. Esto no garantiza que la felicidad llame a tu puerta, por supuesto; sin embargo, sí nos aporta mejores herramientas para amar lo que tenemos o distinguir mejor las cosas que odiamos.
Practica tus modales
En otras palabras, sé gentil y no te comportes como si merecieras todo.
Come frutas
No todo se trata de café, grasas, azúcares y demás estimulantes. Incluso la textura, el aroma y el color de una fruta pueden ser suficientes para sentirte mejor; los sabores y nutrientes son cosa aparte, algo que a tu cerebro le hace falta en días de crisis.
Ama incondicionalmente
Aunque haya quienes lo niegan y se escuche tremendamente ridículo en estas líneas, nadie puede vivir en este planeta sin amar algo. No necesariamente a otro humano; puede ser una mascota, un lugar, un hobby, alguna actividad o un lo-que-sea. El punto está en darte cuenta que puedes encontrar verdaderos anclajes en un mar de dudas e incertidumbres.
Esto no te va a mantener libre de depresión, sólo son algunas prácticas que te permiten mantener la depresión a raya. Incluso en los tiempos más difíciles. Si crees que no tienes tiempo para todo esto, piénsalo dos veces y percátate de que lo dañino que es sentarte a no hacer nada al respecto.
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